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lunes, 19 de agosto de 2013

El adentro y el afuera

Cotidiana mente navegan en un adentro que va marcando el paso por la vida como un “tic tac”  que inexorablemente consume, desgasta y enferma.
Sujetos y en la mayoría de los casos dependientes de un estricto horario de muchas variadas cosas. Estar a punto y puntualmente dispuestos a directivas. La comida marca un compromiso rígido y un “alimentarse” a fin de no tener que padecer hambre fuera de ese limitado horario.

Otra brutal invitación es la de concurrir a las office de cada servicio a degustar la “sabrosa” medicación que al transcurrir unos minutos comienza a circular por la sangre deseosa de libertad y rasgos de un “estar bien”.
Para quienes están entro, el afuera puede llegar a asemejarse a un circular por una calle cualquiera sin ser perseguidos ni señalados. Libres de toda atadura física, tácita, regimentada y sin candados de índole manicomial, la que en muchos casos se aproxima a un existir infernal e insoportable.

Un circular por la vida sin corta-pisos y desarrollar poniendo a volar deseos, pequeños placeres o sencillamente gozar al abrazar a alguien que les manifieste un sentimiento de afecto, amistad, calidez que no existe en los intrincados y fríos pasillos del tremendo y terrible edificio que manicomializa, estigmatiza y marca como una herida provocada por un enorme puñal que cala profundo en carne y mente para siempre, que tan solo los desmemoriados podrían olvidar y ver cicatrizadas
Un “estar afuera” del neuropsiquiátrico significa casi como navegar en un mar azul con peces multicolores y no entre ríos y lagunas repletas de aguas sucias y embarradas de desidia y pudriéndose con el paso del tiempo, el transcurrir cada segundo, cada hora y días estériles que de por sí solos lloran de pena mirando a la nada.

El afuera se torna como un espacio casi no perteneciente al mundo. Sería, tal vez, como aquel mundo soñado enmarcado entre caminos de fantasía, sueños, placeres, utopías y pases mágicos que pegan saltos como conejos salidos de una gigantesca galera que flota en el aire de mundos paralelos pintados de colores muy impresionantes, más intensos que miles de arcoíris.

Un adentro y un afuera…
Renegando hasta de haber nacido
La vida que transcurre y va rumbo a un no se sabe qué
Hambre, sed, sueños de papel y una química de laboratorio, no con identidad de un genuino adn
Sombras, laberintos y ojos de miedo mirando a la nada, hacia una eternidad que desde siempre ha tenido características de locura.


Miguel Bonafe

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